27 julio, 2024

“El examen de conciencia cuaresmal”: Carta de Monseñor Juan Rubén Martínez, Obispo de Posadas, para el 2° domingo de Cuaresma, 25 de Febrero de 2024

Estamos transitando el tiempo de Cuaresma. Y queremos que esta preparación para la Pascua, que implica un camino de conversión, nos sirva comunitariamente como Pueblo de Dios para la preparación de nuestra próxima Asamblea sinodal que será el 20 de Junio y tiene como lema: «Hacia una Iglesia pobre, para los pobres».
Quiero recordar que la Asamblea es un momento de encuentro como Pueblo de Dios para rezar, discernir y orientarnos juntos desde el Espíritu Santo que es el que acompaña a la Iglesia, y, en este caso, a la Iglesia particular de nuestra diócesis. Es parte de un camino sinodal que venimos realizando desde hace muchos años y que hoy acentuamos uniéndonos a las propuestas de la Iglesia universal, fortaleciendo nuestra condición de sinodalidad en todas nuestras comunidades.
Desde ya que el tiempo cuaresmal como preparación a la celebración de la Pascua, como todo el tiempo previo a la Asamblea sinodal, es una oportunidad para revisar tanto en lo personal como en nuestras comunidades, si todos los bautizados que formamos parte del Pueblo de Dios entendemos que todos tenemos una vocación y una misión. El evangelizar, el salir, el ir a las periferias geográficas y existenciales y privilegiar a los más pobres y excluidos es un llamado que es constitutivo de nuestra condición de cristianos.
En esta reflexión tenemos que señalar que es importante realizar un examen de conciencia cuaresmal porque nos sucede que, por distintos motivos, a veces la rutina o lo urgente de las coyunturas, hace que nuestra condición de cristianos no nos implique en la cotidianidad de la vida y parece que nuestro ser cristiano lo vivimos en «ocasiones» cuando vamos a una misa a cuando hacemos una ofrenda ocasional.
También para los cristianos que son agentes de pastoral en las comunidades, tanto parroquiales como en los diversos movimientos, es muy frecuente que la mirada se centre casi exclusivamente en mejorar las sedes parroquiales, sus edificios o templos y se omita que la parroquia o el movimiento tiene siempre que tener una índole evangelizadora que privilegie las periferias tanto geográficas como existenciales. Obvio que los sacerdotes y consagrados, pero también los laicos deben revisar si su ser cristiano lo viven con un compromiso misionero y samaritano. Esto no es para algunos, todos los bautizados necesariamente desde su vocación y misión tienen que vivir esta dimensión misionera y samaritana donde desde la caridad, los más pobres y excluidos estén incluidos en nuestro corazón y estilo de vida.
Un buen examen de conciencia cuaresmal nos puede ayudar a que nos preguntemos aquello que tan contundentemente nos enseña Jesucristo el Señor: «porque tuve hambre, y ustedes me dieron de comer; tuve sed, y me dieron de beber; estaba de paso, y me alojaron; desnudo, y me vistieron; enfermo, y me visitaron; preso, y me vinieron a ver […]Les aseguro que cada vez que lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos, lo hicieron conmigo”» (Mt 25, 35-36.40).
Pidamos a Dios que estas semanas podamos asumirlas como una nueva oportunidad de «volver a Dios» y con humildad podamos revisar cómo vivimos nuestra fe en Él y cómo la expresamos en el compromiso para con nuestros hermanos.

Un saludo cercano y ¡hasta el próximo domingo!
Mons. Juan Rubén Martínez, Obispo de Posadas.

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